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Marina Nill es de esas personas a contrapelo, crítica del sistema –no sé si subversiva, pero la imagino integrante de un comando Swat o liderando una nave espacial que surca el espacio indefiniblemente-; es su existencialismo tajante, su sentido matemático (¿Dije ya que es escritora? ¿Señalé que es periodista?)

Pareciera –y es absolutamente subjetivo- que no espera nada del mundo, ni la visión de  algún dios en el horizonte. Sin embargo, he aquí su ofrenda:

Marina abre caminos, une puntos extremos; visualiza vidas, oficios, pasiones desde hace ya mucho tiempo, en una página de un suplemento dominical a la que llama, “Alternativos”.

Allí presenta un convidado y rescata su vida y su obra. Hay que loar el sentido pluralista y diverso a la hora de elegir el personaje porque la página no se atiene a un target.

¿Qué la lleva a dar a conocer historias; a señalar en un mapa -cual mojones- a la banda de punk rock, al poeta de un pueblo lejano, al protector de animales desamparados? Gente que hace, desde la cultura, el arte o lo social. No necesariamente en el candelero, pero con su legítima producción y  compromiso.

Y semana a semana, Alternativos va –en ese mapa imaginario- sumando hitos (150 contenidos durante 5 años, hasta el 2011), cual un caleidoscopio que al final tiene concierto y cordura.

Su experiencia de unir individualidades y hacer un colectivo ¿caótico? ¿libertario? habla de una vocación  comunicativa y habla de una generosa gestora de encuentros.

La red sigue creciendo, los caminos se extienden, los senderos se bifurcan; rostros, relatos, desafíos, sueños…