Martha Bardaro
Prof. en Filosofía - Escritora
Me ha caído en suerte, lo que para mí es un honor, la tarea de presentar la primera novela de mi joven amiga Marina Nill. Esta es, pues, su opera prima y realmente no lo parece. Al contrario, uno diría al leerla que ya ha escrito varios libros por la soltura y aparente espontaneidad con que maneja el lenguaje. Y digo “aparente” porque en realidad cada palabra, cada expresión, están cuidadosamente elegidas, de modo tal que van llevando suavemente al lector hasta introducirlo en las profundidades de un tema polémico, controvertido, fascinante, como es el tema de la Reencarnación. No es un tratado sobre esta creencia ni tampoco un intento, como dice Marina a través de uno de sus personajes, convertir a nadie a esta filosofía de la vida, o mejor diríamos de más allá de la vida.
Decía que no es un tratado teórico: es una novela, en la que los personajes van descubriendo, a causa de un problema familiar, lenta y dolorosamente un camino que finalmente los conducirá a la paz que tanto anhelan.
Con respecto al tema de la reencarnación, como de cualquier otra creencia que se nos presente como nueva con respecto de los que nos han enseñado, existen, según Marina, dos actitudes; yo agregaría una tercera. Las que señala Marina son la de “los que aceptan mansamente las doctrinas que les imponen desde su nacimiento (llámese cristianismo, budismo, islamismo….) y los insaciables y discutidores que siempre van en busca de más”. La tercera actitud que yo agregaría con respecto a las creencias religiosas en general es la de aquellos a quienes el tema les resulta por completo indiferente y está ausente por completo de sus vidas.
Alrededor del tema central gira una historia por momentos dramática, por momentos casi terrorífica, con el terror que nos provoca siempre lo desconocido o lo que no podemos entender. Los personajes que se mueven dentro de esa historia están magníficamente pintados en sus características psicológicas. Julia, la madre de la niña en quien se ha reencarnado otra pequeña muerta hace unos años, con sus dudas, sus miedos, su reticencia a aceptar lo evidente. Walter, el padre, absolutamente racionalista y adepto a las soluciones prácticas, en quien Julia no encuentra apoyo para compartir primero sus dudas y luego sus descubrimientos. Alrededor de ellos una serie de personajes que representan a los familiares y amigos, cada uno de los cuales significa un eslabón en la cadena que finalmente llevará al descubrimiento y a la solución del drama. La historia se desarrolla en las ciudades de Resistencia y Corrientes, lo que añade un encanto especial a la novela.
Hay una característica que me parece necesario destacar especialmente y es el exquisito manejo del suspenso que hace Marina. y que impulsa al lector a leer el libro de un tirón para saciar su interés.
Yo me pregunto, como me lo pregunté cuando Marina me pidió que hiciera la presentación de su libro ¿qué me autoriza a mí a presentar una novela, dado que no soy escritora (por lo menos de novelas) ni profesora en letras?; y encontré la respuesta en el hecho indiscutible de ser una lectora voraz no sólo de libros que tienen que ver con mi especialidad que es la filosofía, sino que también soy una fanática de la novela que a menudo utilizo en mis clases. Dados esa voracidad por la lectura y la atracción por las novelas, he leído muchísimas que tratan el tema de la reencarnación –en el que personalmente no creo pero respeto a los que sí lo hacen- pero me fascina leerlo en forma novelada. Y creo que eso me autoriza a decir que de todas las que leí, la de Marina no desmerece en nada con respecto a ellas, sino que hasta me atrevo a afirmar que ocupa un primerísimo lugar.
¡Felicitaciones Marina por esta primera novela y gracias por el placer que me deparó leerla!