Es muy frecuente que los escritores tengamos alguna de estas tres, cuando no todas. La página en Facebook es una estación casi obligada (aunque muchos utilizan su perfil como página), los blogs se pusieron de moda hace unos años y tener una página web es relativamente fácil y tentador.
Cada una de estas opciones tiene sus ventajas y complicaciones. Los que se hayan lanzado a la aventura habrán visto que implican bastante trabajo (o dinero, en el caso de que le paguemos a otra persona para que se ocupe), y demanda tiempo mantenerlas activas. Para quienes recién empiezan y están considerando dar este paso, resalto que es importante pensarlo bien y no embarcarse en todo lo que van encontrando, porque es desgastante. Créanme. Lo digo desde la experiencia.
Para los que ya estén en el baile, nunca está de más hacer una pausa y pensar en qué es lo más conveniente para cada uno. Es fácil: solo tenemos que recordar nuestros «para qué» de cada cosa que hacemos. ¿A cambio de qué entregamos este tiempo y esfuerzo? ¿Cuál es la recompensa que esperamos?
Desde mi lugar se me ocurren dos respuestas: dar a conocer nuestro trabajo: nuestros libros y trayectoria, y una plataforma de ventas para poder ofrecerlos al público. Si bien para vender hay muchas más opciones, quedémonos con estas tres para empezar.
Tengan en cuenta que cuanta mayor sea la trayectoria (libros publicados, presentaciones, charlas, participaciones en Ferias, Encuentros, Jornadas, premios...) y si tienen la intención de mostrar todo lo que vienen haciendo, tanto más trabajoso será subir todo ese material a su sitio.
Veamos ahora ventajas y desventajas en cada caso.
Página en Facebook
Esto es lo más sencillo y práctico, sobre todo para alguien que recién está empezando. Actualmente cuenta con un montón de herramientas y servicios con los que podemos trabajar bastante bien en una primera instancia. Me parce importante remarcar: página, no perfil personal.
Traten de resguardar su perfil, donde hacen publicaciones más personales y exponen a su familia y entorno, porque además tiene muchas limitaciones, empezando por un límite de cinco mil contactos hasta impedimentos vinculados a las campañas y publicidad.
La página, por el contrario, además de no tener un límite de seguidores, ofrece una serie de herramientas muy prácticas para la creación y promoción de una tienda y los productos. Es decir, que se puede vender los libros desde allí. En otra entrada les explicaré cómo hacerlo, pero de momento les comento que, en mi caso, la vinculé con Mercado Pago, que le da muchas opciones al comprador. También permite agregar el Whatsapp para una comunicación más fluida con los seguidores y una dirección postal en caso de que tengan ejemplares en papel para vender.
Insisto en que esta es la alternativa más sencilla para quienes recién empiezan, pero de ninguna manera se trata de solamente crear la página, tener cierta cantidad de seguidores, armar la tienda, subir los libros y sentarnos a esperar que se vendan. No funciona de esa manera. Siempre hay que acompañar de alguna manera: se puede tener una lista de lectores interesados, para mandarles material a través de un newsletter, una lista de difusión en Whatsapp o un canal en Telegram; otra posibilidad sería tener una publicidad (o varias) armadas para subir a esta página y el resto de las redes; también podrían armar una agenda con fechas importantes para los escritores y de la literatura, fechas personales y aniversarios vinculados a su propia carrera y producción, incluso pueden crear álbumes para que sus seguidores conozcan mejor su trabajo y trayectoria, y de paso, además de subir el material a la página, podrían aprovechar para moverlo por correo electrónico, Whatsapp y / o Telegram, que son buenas opciones también para ir marcando presencia.
Tiene que quedarles claro que si no se mueven, si no mantienen la página con publicaciones de interés aunque sean espontáneas, si no interactúan con su audiencia y les ofrecen material que pueda servirles o interesarles, no se creará la reciprocidad de que deseen conocerlos más, comprar y leer sus libros. Esto funciona así en Facebook y en todas partes. Hay que interactuar de alguna manera para visibilizarnos. De todas formas, Facebook sigue siendo un primer paso simple de dar y cómodo para sostener en el tiempo.
Página web
Los que ya tengan cierta trayectoria y deseen ofrecer una imagen más profesional, es hora de que vayan pensando en su propia página web. En Internet hay muchas opciones que permiten que uno mismo pueda crearlas de manera gratuita (daré algunos nombres a pesar de que es algo muy cambiante y podría quedar desactualizado en cualquier momento: Wix, Don Web, Word Press y Google Site: todos son relativamente fáciles de utilizar y –con tiempo y paciencia, siempre dependiendo de la trayectoria que tengamos y la cantidad de material e información que deseemos compartir– es algo de lo que muy bien podemos encargarnos nosotros mismos.
En la versión gratuita de estos sitios suele haber algunas limitaciones: el dominio, la tienda, algunas herramientas, solo serán posibles si pagamos. Como la mayoría de estas plataformas son europeas o norteamericanas, termina siendo costoso para nosotros ponernos en el gasto de un pago mensual o anual en euros o dólares, para algo que, en definitiva, no sabemos cómo va a funcionar. Pensemos fríamente que estamos en el punto de partida, con todas las ganas, pero –al igual que ocurre con la página en Facebook– si solamente armamos una web, aunque sea la versión paga, y no la movemos para llegar a nuestros potenciales lectores, es muy difícil que ellos lleguen a nosotros, sencillamente porque –quitando los que ya tengamos– los demás ni siquiera saben que existimos. Puede sonar crudo así dicho, pero créanme que mucho peor es la desilusión de que no pase nada, cuando hicimos el trabajo y dejamos el alma en eso, y no vemos resultados.
La página web tiene contenido más bien estático: una vez que la armamos, creamos la tienda con nuestros libros a la venta, agregamos las vías de contacto, todos los detalles que hacen al buen funcionamiento de una página web, y subimos la información que queremos difundir, ya está. No hay que hacer un gran trabajo de mantenimiento: tan solo subir los libros nuevos y actualizar la información cuando sea necesario. Conviene enlazarla a todas las redes sociales que tengamos y como firma en nuestros correos electrónicos, como un primer paso para darle visibilidad, pero hay que moverla y marcar presencia y recordarles a los lectores que en nuestro sitio pueden encontrar nuestros libros, porque si nos sentamos a esperar a que los compren sin hacer nada, nunca tendremos una venta. Una buena idea podría ser dejar un par de capítulos, de cuentos, de poemas (dependiendo del género que escribamos) para que el lector tenga una muestra y conozca nuestro trabajo y vea si le gusta y lo quiere comprar, el equivalente de cuando vamos a una librería y hojeamos el libro para ver si nos seduce.
El blog
El blog es el que más trabajo demanda de los tres, porque tiene que ser constante. Al contrario de la web, es una estructura con contenido dinámico: eso significa que hay que actualizarlo con cierta frecuencia. Generalmente, los sitios web incluyen un blog, con lo que se arma un buen complemento: la plataforma para darnos a conocer y una herramienta para generar interés y una relación con los seguidores.
Ese es el encanto y el tormento (al mismo tiempo) de un blog. Implica disciplina y constancia. De otra manera, los seguidores terminan aburriéndose. Y hay tanta oferta en Internet, hay tantos escritores y especialistas compartiendo su conocimiento y experiencia con otros escritores, que es conveniente mantenerse en forma para no perder los que vayamos consiguiendo.
Si tan solo se trata de escribir, ¿cuál sería la diferencia entonces con una página en Facebook? En esta red social también podemos escribir y desarrollar temas, pero además de que el diseño no nos permite diferenciarnos demasiado de los demás ni nos da muchas opciones, con el tiempo las publicaciones de texto que no tuvieron muchas interacciones quedan ocultas debajo de las publicaciones nuevas y resulta difícil volver a acceder a ellas (aunque hay trucos para hacerlo). Esto no pasa en el blog: las publicaciones no se pierden y es muy fácil encontrarlas, por más antiguas que sean, además de que podemos personalizar el diseño y crear un espacio visualmente atractivo.
El punto aquí es: ¿si vamos a tener un blog, qué escribiremos en él? Para esto es fundamental conocernos a nosotros mismos y a nuestra audiencia. Y eso se logra en la práctica. Cada uno tendrá que encontrar un tema, un estilo, una dinámica que les resulten fáciles de sostener y que disfruten de trabajar, y que sean interesantes para sus seguidores.
Claro que cuando recién empiecen, no lo van a tener tan claro. Una opción podría ser ir subiendo algunos capítulos, cuentos o poemas, pero moderadamente, porque si lo que pretendemos es venderlos, regalarlos no es una buena idea. Antes de subir sus trabajos, recuerden protegerlos con algún trámite de Derechos de Autor. Aquí, aquí y aquí hablo de eso.
Hay muchas otras maneras de mantener activo un blog. Pueden desarrollar y profundizar uno o varios temas de los que tengan manejo y conocimiento, y si encima tienen relación con los temas que tocan en sus libros, es un golazo. Por el contrario, si en su blog desarrollan temas vinculados (por ejemplo) a su profesión, que luego no coinciden con la temática de sus libros, desconcertarán a sus seguidores. Les pongo un ejemplo: pueden ser un médico prestigioso, conferencista, que ganó reconocimientos, pero sus libros son cuentos de misterio. En el blog, escriban de misterio, no de Medicina, o incluyan la Medicina dentro de los cuentos, para no perder el interés de sus seguidores.
Concluyendo…
No son incompatibles estas tres alternativas: de hecho, en la actualidad, yo tengo dos páginas en Facebook (una como novelista, la otra, de la Oficina) y también dos páginas web, con sus respectivos blogs. Decidí separar lo literario del trabajo, para que mis seguidores no se confundieran, porque cuando trataba de venderles una novela hablándoles de la importancia del registro de la propiedad intelectual –uno de los servicios que ofrecemos desde la Oficina– terminaban no entendiendo qué debían hacer. Pero… tengo casi veinte años de recorrido formal (informal, son muchos más), de haberme equivocado y volver a empezar, hasta que logré cierta claridad y resultados.
Por eso insisto: a los que recién están empezando y desean darse a conocer, la página en Facebook es más que suficiente: se puede interactuar con los seguidores, ofrecerles otras vías de contacto, crear una tienda y campañas para vender el libro. Una vez que eso empiece a quedarles chico, pasen al siguiente nivel.
Acuérdense de que, además de un juego que tienen que disfrutar, esto es un trabajo que deberán tomarse muy en serio, si de verdad pretenden llegar más lejos con sus libros.
Si prefieren ver el vivo donde desarrollé el tema, entren aquí.
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