A mediados de 2011 yo había desistido de seguir buscando un agente literario que se ocupara del resto del trabajo mientras yo me dedicaba a escribir. Había contactado un par recientemente en Facebook, pero de manera inexplicable ambos desaparecieron antes de llegar a pasarme un presupuesto. Bromearía suponiendo que quizás los espantó la extensión de mis novelas si no fuera porque los agentes literarios están acostumbrados a recibir material tan y mucho más extenso. Y peor escrito también.
Lo que ocurrió entonces fue que me encontré ante el hecho irremediable de que tendría que ser mi propia agente si pretendía que mis libros tuvieran alguna oportunidad de ser conocidos. Y actué en consecuencia, buscando información que me orientara, de alguien que ya hubiera pasado por la experiencia, porque esto de tener que empezar a probar todo desde cero puede parecer genial cuando uno tiene veinte años y todo el tiempo y la energía del mundo, pero cuando uno se está acercando a los cuarenta y escribir no es lo único que hace en la vida, realmente valora toda guía ajena que le ayude a ir directo a la meta.
Así fue como conseguí información interesante, que sumada a mi propia experiencia de hasta entonces y la de otros escritores conocidos y amigos míos, daba por resultado un material valioso, que empecé a poner en práctica en mí misma.
Más o menos en esa fecha recibí la invitación a participar de la III Feria del Libro de Bella Vista en Corrientes, donde ya había estado el año anterior presentando mis dos novelas. Que dicho sea de paso, por entonces era lo único que tenía. Para no repetir la presentación ni ir con las manos vacías, le ofrecí al organizador del evento, José Alejandro Arce, dar una charla acerca de las “Claves para la autodifusión - Estrategias en la Era de Internet”. Le pareció interesante y aceptó.
Armé una presentación con diapositivas con los pasos principales a seguir, que desarrollé sin escatimar información durante la charla. Esta gustó tanto, que poco después el Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores de Posadas (Misiones), Aníbal Silvero, me invitó a ir a su provincia a repetirla, en un importante evento organizado por dicha institución. Corroboré lo que había percibido en Bella Vista: los escritores estaban ávidos de información. No sólo acerca de la autodifusión (que terminó siendo la parte final de mi ponencia) sino de todo el proceso: empezando por la protección legal de las obras, el proceso de preparación previo a la impresión, las opciones de publicación, detalles a tener en cuenta para la presentación… Y era muy frustrante para mí saber que en estas charlas estaba llegando a una cantidad mínima de autores, cuando podría estar ayudando a muchos más.
La primera idea que tuve fue utilizar una Fan Page que tenía por ese entonces en Facebook para subir algunos consejos de los que había ofrecido en la charla. Busqué los temas que me parecían más importantes e interesantes, y lo hice. Efectivamente, llegó a más escritores. Pero no a tantos como me hubiera gustado. Y había otro problema más: muchas de las publicaciones comenzaron a perderse, entre el resto de las publicaciones de la página.
Las rescaté tan aprisa como pude, ya con la idea de plasmarlas en un libro. Noté que con todo lo que ya había escrito en Facebook tenía prácticamente la mitad de los puntos desarrollados en mi charla. Claro que debía cambiar el tono y los modos: no es lo mismo escribir para un público en las redes sociales, que hacerlo para un libro. También fue necesario ampliar ciertos temas y ordenarlos mejor, y consultar con un abogado para explicar los aspectos legales. Pero aun así, y tomándome todo el tiempo necesario para lograr un buen producto final, a fines de 2012 el libro estuvo terminado.
Al igual que las novelas, luego de realizar el depósito en custodia correspondiente, pasó por el proceso de corrección: primero me tocó a mí revisar, cambiar y mejorar cuestiones relacionadas tanto a la redacción como al tratamiento de los temas, y luego circuló por un par de correctores que completaron el trabajo. Supuse que correría la misma suerte que mis libros anteriores; es decir, que lo publicaría en CD, así que cuál no fue mi sorpresa cuando una editora de Buenos Aires, Sofía Ediciones, se interesó en la obra y me propuso su apoyo para editarla en papel. Tan bien se coordinó todo, que incluso terminó presentándose en la 13ª Feria del Libro Chaqueño y Regional (que a estas alturas, hacía rato que también era nacional e internacional) el 2 de agosto de 2013, y la responsable de la presentación fue la misma editora que me publicó, que por esas casualidades de la vida había viajado a Resistencia como autora, para presentar una colección de cuentos infantiles. Desde entonces fueron varias las presentaciones que se llevaron a cabo de esta obra, pues era realmente una buena ayuda para aquellos escritores que se recién se iniciaban y también para los que deseaban empezar a manejarse de manera más independiente.
Esta es la historia del libro, pero la idea que lo había motivado siguió evolucionando. Paulatinamente yo había logrado llegar a más autores, pero me parecía que todavía no era suficiente. Quedaban escritores de provincias lejanas e incluso otros países, a quienes se les hacía complicado y costoso acceder a la obra (puede parecer un chiste, pero el envío por correo postal era más caro que el libro). Por eso, en el verano de 2014 tomó forma un proyecto que venía pensando desde hacía bastante tiempo: convertir el libro en videos. Así, con la ayuda generosa y desinteresada de dos amigos, Lorena Maqueda y Rodrigo Cattarozzi, cada capítulo se convirtió en un video, que terminaron sumando un total de 16, y fueron todos subidos a mi canal en YouTube para que -ahora sí- estuvieran al alcance de cualquier escritor hispanohablante que los necesitara. Y paralelamente, tomó forma un proyecto que llevaba acariciando muchos años: una Oficina para Escritores, donde pudiera asesorarlos y ayudarlos en esas cosas que me hubiera encantado que me ayudaran a mí, para ahorrarme ese recorrido que muchas veces se hacía empinado y a tientas, repleto de más errores que aciertos para desembocar en resultados dudosos, de los que rescataba más la experiencia adquirida que el logro. Capítulo aparte será la Oficina y cómo fue evolucionando también ella en estos años.
Pero la tecnología avanza a pasos agigantados y se diversifica en las oportunidades más increíbles. Mi libro se quedó un poco atrás en el tiempo. Que esto no se malentienda: la información que ofrece sigue siendo valiosa, pero algunas cosas cambiaron y otras nuevas aparecieron, que bien valen ser comentadas. Es por eso que, mientras encuentro la manera de sentarme a actualizarlo para una segunda edición ampliada al tiempo que avanzo con la última parte de la novela que estoy escribiendo (de la que ya subiré un post especial) y lidio con un anteproyecto de tesina que me quita el sueño, iré subiendo a este espacio los temas más relevantes, actualizados de ser necesario, y ese universo de oportunidades nuevas que surgieron en estos años para que los escritores nos demos a conocer.
Un último consejo antes de despedirme: lo que les voy a mostrar son mil puertas abriéndose, pero no todas llevan a un destino. Antes de emprender la aventura de entrar, dediquen unos minutos a pensar a conciencia si podrán sostener con constancia y dedicación el trabajo que implican. Esto de ninguna manera es una invitación a desertar antes de haberlo probado: por el contrario, soy partidaria de experimentar cada alternativa que se agrega, pero… recuerden que no todo funciona para todos. El camino es personal: cada uno de ustedes lo irá descubriendo en base a los objetivos que se propusieron. Por eso, es preferible ir probando las oportunidades una por una, con tiempo suficiente, y no largarse de cabeza con todas a la vez (como quien les habla) porque sostener eso paralelamente al resto de sus vidas, podría convertirse en un infierno, créanme.
Sigan muy bien y nos encontramos en mi próxima entrada marinística.